Con la presencia del obispo Pedro María Laxagüe, se llevó a cabo la tradicional misa de San Cayetano que, en esta oportunidad, contó con una celebración muy especial por el 30º Aniversario de la ermita.
Como todos los 7 de agosto, cada fiel se acercó hasta la imagen de San Cayetano para pedir paz, pan y trabajo. Y lo hicieron con la tradicional espiga de trigo y la estampita.
A partir de las 9:30 fue el rezo del Rosario, luego la misa y finalmente la procesión por el barrio, que contó con la presencia del centro tradicionalista “La Zamora”, los bomberos voluntarios y los Boy Scouts,
Claro que la presencia del obispo Laxagüe le dio otra profundidad a la misa, ya que el titular de la Diócesis quiso estar presente en este nuevo y especial aniversario de la imagen de San Cayetano en la ciudad.
Y el religioso fue muy claro en su homilía, hablando sin vueltas sobre la pobreza social y comparándolo con una lectura de Jesús en una visita a un leprosario.
“San Cayetano es el santo de la Providencia, lo que Dios proveerá. Y Dios nunca nos abandona, está siempre con cada uno y con todos. Dios no se olvida de nadie, nosotros nos olvidamos a veces a Dios. Actualmente hay gente durmiendo en la calle, mucha gente sin empleo, que no puede comprar nada, y que no puede comer. Muchas veces nadie les da nada. Al que estuvo preso y sale de la cárcel, nadie le da un trabajo. Por eso como escuchamos en la lectura, hay un montón de leprosos, que nadie registra y que nadie quiere ver o tocar. Viven de una manera poco digna, ajenos a la vista de todos”, comenzó diciendo el obispo.
“El leproso le dijo a Jesús; Señor, si quieres puedes sanarme. Y nosotros también tenemos que pedir sanarnos, porque todos tenemos heridas. Muchas veces nos sentimos incomprendidos, nos sentimos sin paz, tenemos dolores, no tenemos salud, tenemos hambre, tenemos frío o no tenemos techo. A nuestra manera, somos los leprosos de hoy. Y también en Zárate hay leprosos, como en todos lados. No por eso nos tenemos que olvidar de que hay leprosos y que lo somos, a nuestra manera. La mitad de la población del país está en esta situación”, expresó Laxagüe.
“Jesús le responde al leproso, lo toca. Antes tocar a un leproso era contagioso, era peligroso. Pero Jesús lo toca, muestra que a los leprosos no hay que alejarlos sino acercarlos. Los toca. Es una enseñanza que nos da Jesús, acerquémonos a los que sufren, puede ser un sufrimiento del alma, del corazón, del cuerpo. Y cuando uno ve a alguien enojado, hay que pensar que le debe estar doliendo algo. El que está enojado esconde un dolor. Eso lo pude comprobar en mis años de sacerdote. Porque cuando a uno le duele algo, el dolor produce enojo porque no lo entendemos, lloramos, gritamos e insultamos. Así que también tenemos que tener una mirada comprensiva sobre estas personas. No obstante, hoy en medio del dolor hacemos una fiesta, celebramos porque sabemos que la providencia de Dios está en todo momento y en todos lados; más aún donde hay pobreza, dolor y carencia. Lo más santo y lo más grande fue la ofrenda que hizo Jesús, se ofreció él mismo, atendiendo a leprosos y pobres. Esa es la gran enseñanza para nosotros en este día”, remarcó el obispo.
Finalmente agregó en su homilía que a San Cayetano hay que pedirle lluvia, “agua para las plantas y para el trigo, para que haya pan para todos. Y para quienes cosechan el trigo, que sepan que también es para los pobres; no es sólo para ganancia monetaria. Todos tenemos que estar cerca de los que sufren. Por eso pediremos menos gente en la calle, menos gente excluida y desamparada. Al menos si no podemos darle un plato de comida a alguien, quizás le podamos dar un abrazo, un mate; y recordar que siempre en lo sencillo y pequeño, está Jesús”, concluyó el titular de la Diócesis.