Home Actualidad Editorial: Echar leña al fuego

Editorial: Echar leña al fuego

Hace poco que comenzó el año en términos legislativos.
Dimos cuenta de ello en ediciones anteriores, al iniciarse en los Concejos Deliberantes de Zárate, Campana y Exaltación de la Cruz, los períodos de sesiones. Siguió luego el de la Provincia, y antes había sido el de la Nación.
Pero si lo sucedido en la noche del miércoles en el Congreso Nacional, preanuncia un clima igual para el resto del año vamos a estar en problemas, tanto por si se repiten los hechos que tuvieron lugar tanto fuera como dentro de él.
Afuera del Congreso se congregaron los jubilados. Una postal repetida. Es un sector que alguna vez todos -de tener buena salud- integraremos y que cada gobierno que llega lo ajusta desmedidamente, a pesar que, en las campañas previas abogados que asesoran a la tercera edad y que luego asumen como legisladores, prometen lo contrario.
A ese sector, para darle un poco de musculatura al movimiento, se le sumaron barrabravas y para cuidarlos a todos, las fuerzas de seguridad.
Por supuesto que de ese combo nada podía salir bien, como efectivamente sucedió.
Pero la templaza que podía exigirse muros adentro, fue imposible obtenerla.
En la sesión en la que se trataba el escándalo cripto que salpica al presidente Javier Milei y en el que insistentemente figuras internacionales citan a su hermana Karina, diputados oficialistas dirimían sus cuestiones tirándose piñas -los hombres- y vasitos de agua -las mujeres.
Al combate de la casta se suman ahora nuevas armas y protagonistas: quienes nos representan y vinieron a salvar al país de las castas gobernantes, ahora lo hacen con agua y se pelean entre ellos.
A la violencia de afuera se le sumó la violencia de adentro. Y como si fuera poco, para seguir echando leña al fuego, los mensajes en las redes sociales insuflaban energía a los contendientes de uno y otro lado, para que siguieran peleando.
El Congreso Nacional, en donde se sancionan leyes que prohíben desde las riñas de gallos, hasta carreras de galgos, los mismos que las han votado se pelean, gritan desaforadamente y se tiran objetos que si los hicieran dos ciudadanos de la calle, podrían pedir una restricción de acercamiento al juez de turno.
Pareciera que fuéramos un país que recién se asoma a la violencia y que desconociéramos hechos de sentido común, como que la violencia genera más violencia. Es como querer apagar un fuego, con nafta.
Acá ni siquiera se intentó apagarlo. Se siguió, desde todos los sectores, tirando más leña a ver cuanto más alto llegan las llamas y ver, desde los despachos oficiales, que se incendia. Para echar la culpa de que siempre es el otro el que prendió la primera chispa.