A partir de las cero hora de hoy, y en medio de la incertidumbre para el personal de la empresa concesionaria Caminos del Río Uruguay, Vialidad Nacional asume el control de las llamadas rutas del Mercosur.
Es una medida que va en contra del mensaje libertario del gobierno, que, en lugar de privatizar -en este caso- estatiza, al menos por el momento.
Culminó la vigencia del contrato con la empresa Caminos Río Uruguay y, por lo tanto, a partir de hoy el Estado Nacional, a través de Vialidad Nacional, se hará cargo de las obras de mantenimiento de las rutas nacionales 12 y 14, por las que se accede a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, desde nuestra Ciudad.
Estas rutas son de vital importancia para el comercio internacional con Uruguay, Paraguay y Brasil.
Como sabor amargo de esta privatización que culminó quedan empleados sin que se haya definido su situación laboral, y la necesidad de restablecer controles sobre la actividad de las empresas que se privaticen: las rutas 12 y 14 son ejemplos de un desempeño que dejó mucho que desear en el mantenimiento de las autopistas, sin demarcar, poceadas, sin separadores entre los carriles, banquinas descalzadas, etc. y un sinnúmero de accidentes con pérdidas humanas que la sola enumeración de su cantidad resulta dificultosa.
La tan promocionada motosierra del presidente Milei se nota -entre otras áreas- en el calamitoso estado de las rutas nacionales.
Este diario ha dado cuenta del deterioro de las cintas asfálticas en los carriles de la ruta nacional nro. 9, y puntualmente, en nuestra Ciudad y Campana, de las bajadas en los distribuidores.
Pero la falta de inversión no es el único inconveniente. También la increíble demora en presentar a las empresas que eventualmente tengan interés, pliegos para la privatización de las rutas nacionales en su totalidad, si es que Vialidad Nacional, como pareciera no va a asumir su administración.
Circular por nuestras rutas es una verdadera ruleta rusa, además de la proverbial desaprensión para conducir, las rutas ostentan una falta de mantenimiento evidente, en las cintas asfáltica, falta de banquinas, señalización deficiente. Sin contar con que hace años que no se amplían o construyen nuevas rutas.
Eso si, las cabinas de peajes siguen cobrando lo que para las empresas resulta poco y para los automovilistas, a la luz de la nada que se hace, es caro. En realidad, debe decirse, el producido del peaje debe utilizarse nada más que para el pago de sueldo a quienes cobran y el corte de pasto: una situación lamentable que perdura.
El presidente Milei, había anunciado la privatización de las rutas nacionales para diciembre de 2024, siendo inexplicable que esa situación perdure hasta hoy, sobre todo por cuanto la adjudicación y toma de posesión tendría lugar en abril del presente año.
Ahora, la idea se posterga hasta setiembre de este año, fecha en la que -cumplidos los pasos administrativos correspondientes, pliegos, licitación, presentación de oferentes, etec- ingresaría la nueva concesión privada.
En el interín Vialidad Nacional asume la operación de las rutas. Ninguna mejora puede pretenderse de esta opción. El estado se encuentra en desmembrado. Vialidad Nacional no debe tener máquinas de escribir. Menos máquinaria vial. Con lo cual -si se estira el proceso hasta setiembre- no sería viable que se haga otra cosa que cortar el pasto y ninguna obra de infraestructura. Mientras el deterioro, con el constante paso de camiones -que quizás ya nadie pese- será aún mayor, es de prever.