La actualización de conocimientos en medicina es constante, y en fertilidad, es constante y vertiginosa. De nosotros, los profesionales que la trabajamos, depende hacer accesible al público general qué hacemos, cómo y por qué, y qué pueden esperar de todo ello. Alejar mitos extraños y percepciones negativas (como si la dificultad para tener un hijo fuera un estigma, un tema tabú que se debe asumir con vergüenza) ha sido mi objetivo.
Este libro de autoayuda para parejas con deseos de fertilidad lo he escrito luego de muchos años de dedicarme a la subespecialidad de la medicina reproductiva asistiendo a pacientes con dificultades en lograr su embarazo y que consultaban con muchas esperanzas pero también con mucho dolor. He intentado describir diferentes casos clínicos y testimoniar la admiración que siento por todas esas mujeres y sus parejas que no se doblegan frente a la adversidad y siguen todo consejo y recomendación médica, postergando muchas veces su placer y continuando aún, con estrés y mucha angustia.
Recuerdo que una tarde vino una de mis heroínas a saludarme a mi consultorio con sus hijos, los que habían llegado después de varios intentos fallidos. La paciente vio las fotos colgadas de sus bebés, que habíamos ayudado a nacer con los tratamientos de reproducción Emocionada, me confesó que el sentimiento de no poder tener hijos había sido el dolor más grande de su vida. No poder embarazarse era terrible. Cuando veía en la sala de espera de mi consultorio a todas esas mujeres que estaban aguardando para la consulta de tratamientos de fertilidad, se decía: “Estas mujeres son heroínas”. Porque soportan el dolor, el hacerse estudios que duelen, que invaden, que hacen planificar todo y perder la espontaneidad. Y muchas veces sufren en silencio la frustración de no lograr el embarazo.
¿Por qué A mis Heroínas? Heroína significa protagonista. Desde el punto de vista de las neurociencias, diferentes filosofías y religiones, ante la presencia de un problema la premisa es no victimizarse, y si, hacerse responsable, aceptar ese problema o dificultad, y tomar las riendas, para poder resolverlo. Eso significa ser protagonista, ser una heroína.
Para mí, además de la parte académica y científica, es fundamental demostrarles a las pacientes inmediatamente empatía, que me importa lo que les ocurre y que estoy atenta y con la mejor voluntad de ayudarlos. ¿Qué es la empatía? Es meterse en los zapatos de la paciente. No significa que deba estar de acuerdo con ella; quiere decir que la puedo entender. Un maestro siempre me decía que “sentirnos comprendidos abre las puertas a una mejor relación para lograr los objetivos deseados”. Desde el comienzo trato de transmitirles un compromiso de mi parte, para que sepan que no son un número más. Que puedo recordar sus nombres, que son personas únicas y que me importa, y mucho, ayudarlas.
Qué difícil se hace consultar por trastornos de la fertilidad. Es que nadie nació y creció pensando que no iba a poder ser mamá o papá cuando lo proyectase. La sociedad tiene bien arraigada la idea de que el estrés y la preocupación pueden provocar esterilidad. Son muchos los casos en que el embarazo se atribuye a “olvidarse del tema” o “irse de vacaciones”, y son muchas las parejas que logran un embarazo en forma espontanea tras completar un proceso de adopción o luego de haber gestado un bebé después de un tratamiento de reproducción asistida.
Muchos de los embarazos espontáneos se producen cumpliendo una estadística. Son pocas las ocasiones en que podemos afirmar que una pareja tiene imposibilidades para embarazarse (hablamos de casos en que existe ausencia de espermatozoides, obstrucción de ambas trompas o ausencia de ovarios, por ejemplo).
La mayoría de las parejas presentan lo que llamamos subfertilidad, es decir, una reducción de las posibilidades de gestación con respecto a las que presentan las parejas fértiles.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la esterilidad como una enfermedad, desde el año 2009. Las causas, en general, se reparten por igual entre el hombre y la mujer.
Antes de empezar un tratamiento de fertilidad en una pareja, es imprescindible determinar el origen del problema, para aconsejar cuál es la co Para mí, además de la parte académica y científica, es fundamental demostrarles inmediatamente empatía, que me importa lo que les ocurre y que estoy atenta y con la mejor voluntad de ayudarlos.
Creo que existe un compromiso que debe unir la ciencia con su divulgación social de forma comprensible, entre otros motivos para aumentar la sensibilidad de la sociedad.
¿QUÉ SIENTEN
LAS PAREJAS CUANDO
NO PUEDEN TENER HIJOS?
Tristeza, ansiedad y depresión, así como cambios de humor, son algunas de las emociones que experimentan las parejas que tienen problemas de esterilidad. Estas condiciones de sufrimiento se producen en la medida en que transcurre el tiempo y no logran quedar embarazadas.
A menudo las parejas no quieren contar que están realizando un tratamiento de fertilización in vitro, pretendiendo con ello evitar la presión del entorno sobre el resultado. No quieren tener que dar explicaciones continuamente sobre la evolución, sobre todo si no tienen éxito. Por lo contrario, tampoco cuentan con el apoyo que puede brindarles el entorno y pueden, incluso, llegar a sentir que deben esconder o mentir sobre un tratamiento médico absolutamente normal, lo que contribuye a aumentar el riesgo de angustia.
Mi consejo para esas parejas que me consultan es que pongan en la balanza lo que les angustia más: sufrir la presión del entorno o inventar excusas y ocultar lo que están haciendo.
¿Cuál sería la situación ideal? Poder controlar la presión del entorno y beneficiarse del apoyo que este le pueda ofrecer. La necesaria confianza en el éxito y una cuota de ansiedad soportable son inherentes al deseo de tener éxito en los tratamientos. Sin esperanza, no se puede transitar el camino ni colaborar con el equipo asistencial de médicos. No existe un antídoto para prevenir el dolor antes del fracaso, tampoco técnicas ni medicación alguna que garanticen la reducción de un padecimiento. Pero sí se les puede brindar a los pacientes algunas herramientas, como la información científica, o bien posibilitar que recuperen modalidades de defensa en situaciones críticas. Este trabajo los lleva a diferenciar las situaciones de realidad de las de fantasía; a distinguir lo posible, aunque dificultoso, de lo imposible. Tener la “certeza” interna de que lograrán ser padres de una o de otra forma los posiciona positivamente. Estos pacientes pueden, entonces, ubicarse en una situación donde el fin último, que es construir una familia, implica un proyecto vital, sin que este implique hipotecar la vida entera. La infertilidad representa un tipo de experiencia vital que involucra aspectos psicológicos muy amplios. Vivencias emocionales muy profundas que atraviesan todos los sentimientos (que son los afectos, emociones, pasiones). Y que van desde la disminución de la autoestima por la impotencia e inseguridad de no poder ser, pasando por estados de ansiedad y angustia por la intensa frustración, con fenómenos de agresión y rabia que pueden manifestarse hacia sí mismo ó en la relación con los demás. Es decir, todas manifestaciones de dolor psíquico. Tener hijos es natural, pero a veces la naturaleza humana requiere del aporte de la ciencia. Por eso, los especialistas en reproducción, ayudamos a las parejas a procrear cuando la naturaleza hace necesaria cierta ayuda para su desarrollo. Me considero una persona privilegiada por poder trabajar en lo que me gratifica y poder ayudar a las parejas a cumplir el sueño de ser padres. En particular, les agradezco a mis pacientes su confianza. Y con gran afecto y compromiso, los estimulo a seguir en la búsqueda, haciendo extensivo a todas aquellas personas que hoy con diferentes diagnósticos y circunstancias transitan por este camino.
*Dra Irene Dall Agnoletta
Especialista en Medicina Reproductiva (SAMER), especialista en Endocrinología Ginecologica (SAEGRE) Directora de Procrearte Filial Zárate y Escobar.