“Un camino congelado, cauces de agua modificados, fondos que nunca llegan y promesas en el aire. Las cosas en su sitio: la Isla, un latifundio
de madera. Y el río barriendo sus penas, una y otra vez. Paraná, frontera tenaz que oculta las mezquindades del Estado de derecho. Paridor de islas donde misterio y libertad coquetean con el abandono”, reza la carta de los “Vecinos insulares y continentales congregados por un nuevo delta”.
Con una contundente carta abierta firmada por “Vecinos insulares y continentales congregados por un nuevo delta”, desde comienzos de semana, la opinión pública de la región comenzó a experimentar un interesante inquietud a través del texto que comenzó a circular por la Isla, sumando avales y poniendo en discusión -tanto al interior como hacia continente- el devenir y el históricamente ninguneado potencial de este territorio.
“Nuestro Delta padece de un olvido crónico y la gestión de gobierno que asumió hace un año no hizo nada por remediarlo. Quizás basta sólo con preguntar por el precario presupuesto invertido en isla durante 2016… Es que cuando rebalsa la olla este gigante de barro pega el grito y nos hace temblar a todos. Temblar de indignación y rabia, rebalsar de jovial rebeldía”.
Con un firme sustento de datos concretos, la misiva dispone una prosa visceral de la expresión isleña, disparando certeramente puntuales inquietudes que atraviesa distintos montos económicos para el sector que fueron extraviados, los responsables de su gestión y los reclamos por el incumplimiento de los derechos adquiridos y por necesidades básicas insatisfechas.
El tiempo, empecinado en transcurrir, no ha sabido darles respuestas a los isleños. La carta, explican los impulsores, no persigue la utopía de cambiar la realidad de un plumazo, sino ir generando conciencia a la población en general, de las bondades de nuestras islas y de los derechos humanos vulnerados más básicos que las adolecen.
“A la fecha, la Isla de Campana permanece inaccesible. No existe servicio de transporte fluvial, más allá del contratado por el Ministerio de Educación para transporte escolar, debiendo el vecino isleño implorar un lugarcito -que mayormente es negado- a directivos escolares tantas veces distantes a la realidad de las islas. Vale recordar que nuestro municipio (Campana), con casi 700 kilómetros cuadrados de influencia insular, ni siquiera posee una lancha para entrever sus necesidades. Pero este territorio tiene la dicha de no estar entrecortado por tantos ríos y arroyos, como es la zona del bajo delta en su cercanía con el Río de la Plata. Esta condición física le posibilita plantear una infraestructura de caminos vecinales interconectados por balsas y conectados con continente río arriba por el Complejo Zarate-Brazo Largo y a la altura de Otamendi por un trasbordador”.
En este punto referido a la embarcación, la misma es administrada y explotada por la Cooperativa de Servicios Forestales y en la actualidad tiene un costo de $750 para que una persona con su automóvil pueda ir y venir en el día a su hogar, «por tan solo cinco minutos de trayecto». Se estima que alrededor de mil personas se encuentran viviendo en las islas de Campana, y padecen esta problemática cotidiana.
Es por eso que la expresión del sector isleño plasmada en la carta, dispara la consulta pública por “los $700.000 destinados a continuar la construcción de un camino vecinal clave para el desarrollo del sector y congelados en las arcas municipales de Campana desde principios de año. O sobre el cheque por $200.000 recibidos de Conindelta, que fueron tapa de diario en Mayo con el debacle de la creciente, pero que nunca cruzaron el río”. Las cifras, en apariencia de montos pequeños para la obra pública en general, adquiere una vital importancia para empezar a construir infraestructura en la isla.
Es por eso que sobre el cierre del texto (del cual se ha realizado una breve segmentación), se extrae una serie de reclamos puntuales como el establecimiento de un servicio de transporte de pasajeros fluvial y terrestre de forma regular y supervisado por el Estado; la limpieza y draga de arroyos y canales, y finalización, mantenimiento y ampliación de los caminos terrestres, conservando una tarifa racional para el servicio del trasbordador; conocimiento y consulta pública sobre el origen y destino del canon proveniente de Conindelta, discriminando montos, periodicidad y responsables por su gestión.
Algo se mueve en el monte. Es el descontento que inquieta luego de tanto sedimentarse. Se hace barro y se subleva. “Más acá del río” es el título de esta carta abierta que pretende despertar un diálogo público entre la ciudadanía y las autoridades responsables, frente a un territorio que nos pertenece a todos.