La Semana Santa es una tradición muy arraigada en la comunidad religiosa local porque también evoca las peregrinaciones de otros tiempos, de otros sacerdotes que hoy no siguen en actividad, las historias de los templos, y de los vecinos que mediante su trabajo, su fuerza de voluntad y su amor por la comunidad religiosa que los contiene, fueron quedando en el recuerdo de fieles de todos los barrios. El nombre recordado fue el de Carlitos Barbero, un sacerdote salesiano que marcó su huella en toda la comunidad zarateña, José María Jaime y también Osvaldo Montferrand, que sigue en actividad y vinculado a varias comunidades.
“Celebrar la Pascua es tomar conciencia de que también nosotros estamos llamados a resucitar a una vida nueva. La victoria de Jesús continúa hoy en todo creyente que es capaz de abrirse al poder de Dios. Creer en la Resurrección es creer en la acción de Dios en la historia; es creer que hasta de lo más débil y frágil, Dios puede hacer surgir algo nuevo. Hasta la persona más aplastada por el pecado, Dios puede levantarla y convertirla en discípulo. Creer en la Resurrección es ser capaz de romper con la mezquindad y la mediocridad que todavía queda en nosotros. Es posible otra manera de vivir. Él Vive! Feliz Pascua de Resurrección!”, fueron las palabras que eligieron desde la comunidad de Nuestra Señora de Luján, de Villa Massoni, para compartir luego de la Misa de Resurrección del domingo.
El denominador común en todas las parroquias fue la gran cantidad de gente que se acercó a los templos, como sucedió en Nuestra Señora del Carmen.
Allí se celebró la tradicional vigilia de Pascua el sábado por la noche y al día siguiente la misa de Resurrección en un templo repleto.
Lo mismo sucedió en Nuestra Señora de Fátima; en Santa Teresa de Calcuta de Villa Nueva; en la comunidad de Don Bosco de 6 de Agosto y en María de Nazareth de Zárate, que prácticamente son una misma comunidad con San Juan Bautista de barrio Obrero y San Francisco de Asís de barrio Bosch.