El 31 de Agosto se celebra el Día de la Obstetricia y la Embarazada, en honor al día de la muerte de San Ramón Nonato, quien fue extraído del vientre de su madre, fallecida el día anterior. Se trata de una jornada especial para quienes muchos conocemos como “parteras”, al tratarse de una profesión que tiene la tarea -nada más y nada menos- que de recibir la vida en este mundo.
LA VOZ dialogó con el equipo de maternidad del Hospital Zonal Virgen del Carmen, donde fuimos recibidos por Sonia Civitarese, Graciela Buffoni, Karina Marcón, Gabriela Podestá y Valeria López.
En la jornada de ayer, y en el marco de la celebración de su día, las obstétricas mantuvieron una reunión donde dialogaron sobre su profesión. Según contaron a este medio, el reconocimiento fue uno de los ejes abordados: “A veces sentimos que no tenemos reconocimiento en los pares o en la gente en común, aunque sí en las personas que atendemos. Nuestra tarea no es una tarea común, para nosotras es muy importante, porque ayudar a una mamá a traer a su hijo al mundo no es poca cosa”. Recibir al recién nacido es una de las tareas que llevan adelante las obstétricas, dentro de un gran paquete de trabajos como la atención en consultorio de embarazos de bajo riesgo o la planificación familiar.
Gabriela Podestá, por ejemplo, se dedica a hacer la parte de planificación familiar: “La idea que tenemos es que cada mamá que tiene su bebé, salga con un método anticonceptivo”. En ese sentido, señalan que además que cada persona puede elegir qué método prefiere utilizar y se entrega de forma gratuita.
“Eso nos ayudó a bajar mucho la estadística de los partos, o al menos lograr un periodo intergenésico que se alargue. Las chicas son muy jóvenes, lo que más nos interesa es que se tomen su tiempo, que planifiquen su familia”, cuenta Sonia.
El embarazo joven es uno de los temas que genera cierta preocupación en las salas de maternidad. Al respecto, sostienen que la falta de uso de métodos anticonceptivos muchas veces tiene que ver con cuestiones culturales, costumbres o de educación sexual. De hecho, tiempo atrás, las obstétricas realizaban charlas en establecimientos educativos, en el marco de acciones de prevención.
“Le estamos dando énfasis en la preparación para la maternidad, para que la mamá llegue al parto sabiendo qué va a suceder”, sostienen y, en ese sentido, agregan que todos los lunes, a las 9 de la mañana, se realiza un curso en el aula del primer piso del hospital donde se abordan temas como el embarazo, la importancia de los controles mes a mes, las pautas de alarma, por qué las embarazadas tienen que concurrir a la guardia, lo que tienen que realizar durante el trabajo de parto, el posparto y la planificación familiar, y la lactancia materna.
NECESIDAD DE EQUIPAMIENTO
Es conocido que para llevar a cabo un buen trabajo, resulta fundamental contar con herramientas e instrumentos que acompañen el conocimiento del profesional. En ese sentido, detallaron que en la actualidad, el área de maternidad del Virgen del Carmen, se encuentra necesitando equipamiento para realizar tareas de monitoreo durante el embarazo. En la actualidad, cuentan con un equipo que se encuentra en la guardia para la atención de las urgencias, y otro equipo, con funcionamiento deficiente, que utilizan en los consultorios.
Se trata de un equipo destinado a controlar los latidos del bebé a partir de la semana 37. “El problema grave es que no contamos en la totalidad de monitores para esa tarea. Es elemental para nosotros porque sirve para medir la vitalidad fetal y de eso depende la terminación del embarazo. Es una herramienta importantísima”, señalan y agregan que el equipamiento tiene un valor aproximado de 300 mil pesos.
A su vez, agregaron que el hospital cuenta con la guardia completa de obstetricia, médicos ginecología, neonatología, anestesia, enfermera y hemoterapia, lo cual brinda una gran seguridad y tranquilidad a las pacientes. En promedio, en el hospital se realizan entre 90 y 100 partos mensuales.
Amor a la profesión
Ser “partera” es una profesión que se elige día a día y allí se anidan profundas emociones y lazos entre el profesional y la paciente. El proceso de parto es momento significativo y a la vez delicado.
“Un día nos pasó algo y nos anotamos en la carrera. Nosotras no tenemos horarios, llegan pacientes las 24 horas, los nacimientos no tienen horario. Es una profesión que amo, salgo a trabajar con alegría y eso nos da la posibilidad de hacer lo que nos gusta”, cuenta Graciela Buffoni.
“A mi siempre me llamó la atención el área de salud, y cuando llegué a la facultad conocí lo que era la obstetricia y quedé impactada cuando vio salir un humano de otro ser humano. El milagro de la vida”, define Karina.
Sonia, en su caso, conoció un parto a los 13 años. Ella se encontraba acompañando a su madre que se encontraba internada y una partera, amiga de la familia, la invitó a presenciar un parto. “Lo hice como si nada, salió todo perfecto”, cuenta. Desde ese día, supo que quería ser partera.
En ese sentido, Graciela describe: “Es una sensación hermosa sentir que el bebé está viniendo y tratar de hacer que la mamá no lo vea desde el dolor, sino desde el disfrute de traer vida. Una la va guiando a la mamá en ese momento para que lo llene de amor en ese camino. Nuestro rol es acompañar en el trabajo de parto, generalmente es un momento álgido, con dolor, con desesperación, con incertidumbre ante lo desconocido. Lo fundamental es acompañar a la mamá”.
“La embarazada es el fiel reflejo de la casa donde vive, de cómo se llevan con su pareja, de cómo se alimentan, el reflejo social y económico de esa familia”, expresa Karina.
Por último, todas coinciden en que los desafíos a futuro de la profesión tienen que ver con “no perder ese contacto que uno puede tener con el paciente, hablar el mismo idioma, no perder la paciencia, la empatía. Tratamos de transmitirle a las nuevas generaciones eso, la facultad no te enseña humanidad, eso viene con una”.