La semana pasada unió a dos problemáticas en la ciudad que encuentran su raíz en la falta de planificación y en una crisis de percepción de lo que puede llegar a pasar. El caos de tránsito, por un lado, y la necesidad de avanzar en soluciones y en campañas que promuevan la prioridad del peatón y la consciencia. Y por otro lado, la falta de un plan ante desastres y emergencias.
La realidad hoy da indicios y anticipa situaciones que deben ser atendidas. Días atrás volcó un camión en el puente que une el Parque Industrial con la Ruta Panamericana. Iba cargado de bolsas de polietileno y volcó más de 500 bolsas de ese producto sobre el puente. Si la carga hubiese sido algo más corrosiva para el pavimento o un líquido inflamable que pudiera generar un incendio, qué respuestas hubiese tenido la Comuna.
El martes pasado, en Panamericana, volcó un camión con maderas a la altura de Campana, si no fueran maderas, qué respuestas tiene la región ante una emergencia con otro tipo de producto químico peligroso. Falta de planificación y crisis de percepción. “No pasa nada”, pueden decir sin temores; hasta que pasa.
Las rutas y la hidrovía son un tema a atender en cuanto al tránsito, pero también lo es el casco urbano donde el municipio tiene directa injerencia. Y acá vuelven a impactar las intervenciones de DPU sobre 118 llamados mensuales de junio, en los cuales se requirió a Defensa Civil.
La dirección de Defensa Civil es clave para un municipio. Se trata de una actividad de servicio permanente del Estado en favor de la comunidad para desarrollar y coordinar medidas, de todo orden, destinadas a predecir y prevenir desastres de cualquier origen, a limitar, mitigar o neutralizar los daños que tales desastres pudiesen causar a personas y bienes.
Hoy esta dirección, pese a los 118 llamados vecinales de junio en los cuales se pidió este tipo de intervención sigue acéfalo. Y no pasa por nombrar a un funcionario sino por tener un plan municipal ante cualquier eventualidad ambiental en el Parque Industrial, en la zona insular, en el casco urbano, en las rutas o intervenir como mediador y contralor ante posibles daños ambientales en un municipio que no tiene actualizado su Código de Planeamiento. Y aquí ingresa una tercera variable, la planificación de zonas productivas y residenciales.
En este sentido, vemos como una problemática se interrelaciona con otra, el tránsito, el medio ambiente, un Código de Planeamiento y la capacidad de respuesta ante eventualidades relacionadas a estas materias en función de la convivencia, la paz social y el cuidado del medio ambiente y del otro, como vecino.
Una situación, a modo de ejemplo, es que hoy en día conviven zonas residenciales en zonas industriales. Como el caso de Las Violetas al lado de Bayer. O el barrio Cuatro Esquinas enclavado dentro del Parque Industrial Norte. O una vivienda de Villa Fox o de Villa Carmencita al lado de un corralón de materiales. Lo propio sucede con empresas que comercializan productos químicos de limpieza, que muchas veces se componen de una fórmula peligrosa, por su volatilidad, al lado de un emprendimiento gastronómico en avenida Antártida Argentina.
El hecho de no haber un código actualizado permite que cualquier tipo de emprendimiento productivo funcione al lado de una vivienda familiar. Tal situación genera el terreno para que el vecino efectúe denuncias por olores fuertes, derrames, líquido en las veredas o cal en su patio. Por lo tanto las afectaciones que puede tener un vecino no necesariamente pueden provenir de un desastre ambiental sino en las micro situaciones diarias, totalmente prevenibles, y que hoy generan que la Comuna esté gastando recursos en intervenir en 118 llamados durante el mes junio, donde se requirió a Defensa Civil.