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Antonio Gasalla: adiós a un grande

Gasalla y Belando, enero de 2020 en Mar del Plata.

Por Julio Belando

Antonio Gasalla. La sola mención de su nombre hace referencia a una época de oro del humor en la televisión y el teatro argentinos. Una época en que grandes nombres como los de Enrique Pinti, Tato Bores, Carlos Perciavalle y otros tantos como Edda Díaz o Nacha Guevara eran los reyes del café concert, del humor y la irreverencia en todos los escenarios; una era en que el talento era el motor que movía el engranaje del espectáculo en todas sus dimensiones. Tal vez hoy, que tanto los los extrañamos, no sean épocas de reírse pensando, ni de reflexionar ni de valorar la ironía, la creatividad ni la inteligencia, porque la decadencia se ha adueñado de todos los aspectos de nuestra vida y el humor intelectual y la originalidad se volvieron “demodé”. Toda esa gente hizo de su oficio superlativo un arte para entretenernos y sentarnos a pensar, se tomaron demasiado en serio su oficio como para sobrevivir en la frivolidad de estos tiempos posmodernos y vacíos de contenido.
Gasalla fue uno de ellos, con una capacidad única de crear personajes icónicos, irreemplazables como los que hizo populares en la televisión pública durante los años 90: La empleada pública, la enfermera, Soledad Solari, Yolanda, Inesita, la reportera Edith y la inolvidable Mamá Cora, inmortalizada en la película argentina más vista de la historia, “Esperando la carroza” de Alejandro Doria. Todos personajes tomados de la realidad jugados con crítica social, y el apoyo necesario de actores como Urdapilleta, Tortonese y la incomparable Norma Pons. Videos que, por suerte aún, se pueden ver a través de Youtube u otras plataformas. Verlos no es mala idea para mucha gente que quiere hacer humor.
Gasalla fue un precursor sin igual de este tipo de humor de trazo grueso y crítica mordaz y auténtica, no tenía piedad con nadie en sus famosos monólogos, no se le hubiera ocurrido hacer ni decir discursos cómodos.
Siempre cumplió su función como artista que era y una persona capaz de sacar lo mejor de sus personajes y de los creadores de los que se rodeaba. Siempre se quejaba de que más allá de “Esperando la carroza”, el cine lo había dejado de lado. Y tuvo su revancha, haciendo un papel dramático hace unos años, junto a Graciela Borges en “Dos hermanos”.
Tuve el honor y la paciencia de producirle durante 2007 y 2008 su “Sólo clásicos”, un show donde recreaba todos sus personajes más conocidos. Porque así como era de talentoso y creativo, tenía un malhumor y un carácter que podían hacer volar a un técnico desde la escalera. No era precisamente una persona fácil, tenía defectos como cualquiera o más, pero a los genios – él lo era claramente – se les perdona todo porque son eternos en nuestra memoria.
Muchos actores no querían trabajar con él por su carácter y los directores menos. El solo sabía lo que quería y lo hacía a su manera, así de simple y así de complejo para los simples mortales. Una llamada suya antes de una función era lo más inquietante que me podía pasar en esos tiempos; era imposible adivinar con qué se saldría ni cuál sería su problema. Temblábamos todos, aunque después nos descargáramos riendo en la cena.
De todos modos, vivió como quiso, haciendo siempre lo que quiso, puteando a la prensa a la que detestaba y rodeándose del talento que él valoraba; nunca se calló ni guardó nada, simple, directo y fatal.
Lo vi por última vez en el Radio City de Mar del Plata, en enero del famoso 2020 de la pandemia. Fue su última temporada teatral, que levantó a los pocos días porque ya no podía sostenerse de pie ni recordar los textos. Me saludó al final, casi no me reconoció, y me dijo “Gracias por estar”.
Pero ya no era Antonio, el soberbio y altanero de siempre, era alguien parecido que ya no necesitaba más del escenario y se despidió de nosotros ese día para siempre.
Ayer se despidió físicamente de este mundo. Pero cuando haya que hablar de humor, siempre aparecerá en la boca de todos, porque él supo retratarnos como sociedad y nosotros no lo olvidaremos.

Gasalla y Belando, enero de 2020 en Mar del Plata.